Nunca llegó la aurora
a quien esperó en paz el alba, observando una sobrada gota sobre el cieno escarlata. La turba irrumpió el solemne espacio para desflorar el rosario de las esperanzadas almas. Reptan las serpientes verdes, azules negras y abren la corriente grana cuando clavan sus colmillos para apagar las voces de una plegaria. Llegó la silente crueldad como un lobo fiero, acechó la pueril inocencia que no sabía de odio ni rencor, hallando jamás la explicación. Con el duelo hagamos recuerdo de las ánimas que crecen y ensalcemos la hermana sangre de las Abejas que, volando desfallecen. Mientras, las frágiles gotas de Acteal, las del Bravo hasta el Suchiate, ignorando la guerra y la venganza, abrirán sus manos en aras de una luz blanca. Sólo la duda el recuerdo hiere: ¿quién sedujo con terrible saña para acribillar el mañana? ¡Erguido hombre de barro! Retrocede al mando equivocado de las fundidas hojas al canto errado, tus armas no son de explosión, forja en arado lo que un día rugió, apaguen las voces bélicas que sólo repique el corazón. Y juntos caminemos con la esperanza de encontrar la paz que un día se perdió. No dejemos huecos en la memoria para abordar el camino del honor y llegará la gloria... No quedarán las palabras como una perdida causa. Hagamos un réquiem para los caídos y guirnaldas para quien la voz levanta.
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Marzo 2024
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