También el silencio(Parte 16) Adolfo Marchena (España) La necesidad se aproxima como animal hambriento y famélico, cauteloso; siempre a la deriva y la intemperie. ¿Lo adviertes, Van (Morrison)? La inutilidad de aquellos que se lamentan a escondidas y reconocen su falsa identidad y sus ideales quebrados como las flores secas en los patios, habitando las macetas que cuelgan de las paredes blancas. La culpa infecta la piel y brota entonces el sentimiento que mucho tiempo atrás conjugaron los diez, y tantos, mandamientos, que sobraron. Y me percato, amor, que nadie encontrará ninguna prueba en la escena de esta pasión y su historia sin final in the end, como en las películas de Hollywood. No te ofendas si te digo: amor, permíteme la caricia y el verbo una vez más, posiblemente la última, para alejarme y no regresar, reconociendo que, por fin, me siento libre a pesar de todas las camisas de fuerza y sus candados. Resulta imposible determinar la voluntad última de las cosas, de los objetos y esos encuentros, tan casuales, que acostumbran repetirse una y otra vez para acabar convirtiéndose en otro Sísifo, cargando con la misma piedra. Crecen hierbajos en mis alrededores, surgen praderas, manantiales, y se rebelan los árboles contra un único cielo inapetente. La imaginación supera esas historias ya escritas y narradas por los hombres y mujeres que trafican con la palabra, de pueblo en pueblo, transitando los caminos en carretas y el fuego, luego, de la noche. Por eso escribo (yo también), entre otras cosas y prosigo narrando la historia que me convoca a ti sin saber (o engañándome) que nunca te alcanzaré en esta vida. ¿Lo adviertes, Van? Una vez más tu música me incita a bailar, a pesar del cansancio y del camino transitado, persiguiendo esa Fe, que no sé y dudo ya si existe o no; si me hace bien. ¿Cuántos pasos nos quedan para encontrar algo por lo que no dudar? No me pongáis más obstáculos, os lo pido, antes de calibrar el desconcierto y el reflejo del desasosiego en el reflejo de mi realidad y lo perpetuo. Soy, es cierto, lo prohibido y el descontento, el manifiesto de todo lo deshabitado, el anhelo, el naufragio de los hombres y mujeres sin identidad ni pasaporte, que en su éxodo, anhelan, a pesar de todo, alguna tierra prometida o esa patria sin fronteras donde no añorar la casa de los padres.
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