Tambien el silencio (Parte 18)Adolfo Marchena (España) Soportaba el peso del mundo con una mano mientras acariciaba tu espalda y se consumían las farolas de puro agotamiento y envidia. Aún retengo el temblor y tus enigmas; el escalofrío en su tránsito por la palma de mi mano, mientras escucho a Kris Kristofferson, cantando Me And Bobby McGee, allá por 1979. Y pienso que Dios, de alguna manera, forjó su venganza creando al ser humano y sus disparates y a vergüenza. El poeta de la mediocridad me sorprende con sus versos, que anuncia a gritos, como si fuera Gauguin cortándote la oreja, destrozando (el muy canalla) las claraboyas que dan al cielo y su perpetuidad de azules y de brillo, cuando cae la noche. Luego me reprochas mis continuos silencios; tan necesarios para no volverme majareta ¿No te percatas de que, a menudo, nadie nos obliga a decir nada? Porque únicamente se requiere del silencio de las catedrales, los acueductos, las rupturas que no tienen sentido. Sólo se precisa del equilibrio y la bondad de todas las balanzas que calibran la tragedia y su memoria. En aquel extraño lugar me encontraba yo, sentado junto a ella, muy próximos a la belleza de una Alhambra iluminada en una noche de pensiones e inquietudes; forasteros que buscaban el nombre de una callejuela y su destino. Contemplábamos sus alcazabas y palacios, mientras el último hielo se deshacía en mi combinado de ron y desperdicio. Los mochileros pretendían el cobijo y se mezclaban entre el murmullo de la gente y la competencia desleal de los hostales. Yo me sentía inapetente y no tenía hambre y el estómago vacío. Todavía lo recuerdo y el sabor de la bebida retorna a mi paladar y me siento de nuevo mareado. Los minutos se aferran al reloj como piel de serpiente que se desprende y se adhiere a mi cuerpo. Las sensaciones regresan y las brújulas no encuentran el norte y no sé guiarme por las estrellas Estoy perdido en ese mundo andalusí y no me importa. Intuyo que es la única manera de mantenerte viva, en esta soledad donde Kris Kristofferson me acompaña para susurrar al viento y decirme que todo es necesario, como la soledad, para pensarte, bajo aquella luz sobre la Alhambra en un caluroso mes de setiembre que, como el insomnio, me atrapa cada noche para impedirme el sueño y derrotarme, una vez más; continuamente.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Marzo 2024
Categorías
Todo
|