En el mundo oscuroCarlos Abraham Mi amigo pasó a estar internado en una casa de adicciones de la ciudad. Trato de entender que pasó por su mente, ¿por qué repitió?, ¿qué le paso?, si tenía mi amistad.
Según sé, hay dos tipos de casas, una de paga por el tratamiento donde casi te cuesta 35,000 pesos por una adicción de alcohol, donde cumplirás 35 días encerrado escuchando pláticas de todos los estilos y de varias ideas sociales. Las otras son de gobierno, para gentes con un bajo presupuesto. Son casas que al permanecer adentro te comienzan a llenar de cierto miedo la cabeza, peor de la que llegaste, por lo deprimente, deteriorada e insalubre que es el lugar. Cuando por primera vez estuve interno en la de paga, en un momento en que el comportamiento fue como el de un delincuente, por poca autoestima. Lo malo es que no tomas en serio el tratamiento y se te envió a la de gobierno. Ahí hay gente vigilando en varios lugares, hasta con pistola en mano, para que no busquen problemas los internos. Parece como una mini cárcel. Me quedé pensando en cómo estarás ahora, ya internado por dos meses, en qué adicción andarás para los seis meses que me comentaste que planearon tu tratamiento. Debe de ser una adicción mucho más fuerte ahora. Con tantos meses que pasaste interno, habla pésimamente de tu persona, aunque me duela mucho aceptarlo. Las peores adicciones son las que tardan más tiempo para curarte; ese proceso que parece un lavado del cerebro, recordándote: “esto no se hace, esto sí se hace”. Como si ese ser que te habla es un dios o un ser supremo de las armas, ya se creó ese muro alto que nos separa. Te meten a una tina completamente llena de hielo, en otro momento te colocan cables para darte choques eléctricos y así comience tu cambio de mejoría en tu vida. Cuando terminas te dejan un momento desnudo de frente para que escuches frases positivas, si no logran el objetivo, te vas a un cuarto oscuro con una camisa de fuerza. Te imagino perdido en esa completa soledad. Me comentaste sobre la gente que ves cómo se va deprimiendo cada día más, y que en algún momento termina con la muerte, en parte por la deficiencia existente en su corazón. Entonces viene atrás un siguiente que ocupará ese colchón sucio y aplastado. Era la cama de un ser que no supo confrontar su vida, no logró entenderla, solo su familia sabe todo lo que pasaba dentro de esa telaraña. Con esa ves lo interno, no lograste estar rehabilitado, te tuvieron que volver a regresar a ese mundo de oscuridad y lleno de complejidades. No pudiste llegar a querer al ser que comenzaba a enamorarse de ti, y aunque fueras ese típico casado y conflictivo, no lograbas mantener un trabajo estable. Recuerdo tristemente y con dolor cuando me comentaste que estuviste castigado por dos días consecutivos completamente de pie, frente a una pared lisa, descascarada por la humedad, interesantes técnicas de aprendizaje utilizadas para este siglo. Nada llega a llenar tu cuerpo vació, no me ves con los ojos como yo quiero ser visto por ti, quería ser un todo. Estuvimos juntos un tiempo y nunca pensé que existiera alguna sustancia metida en tu organismo y que valiera más que yo. Ahora estoy consciente de que tu mente no vale nada, casi serias una basura. Siempre sentías con mucho dolor dentro de tu cuerpo. Fue cuando estabas durmiendo y llegó ese inconsciente y maquiavélico guardia caminando suavemente hasta tu cama, para tocar tu cuerpo desnudo que me atrae. Se acomodó a un lado en tu cama, para después violarte; se aprovechó de tu enfermedad mental. Fue una violación que nadie se dio por enterado, ni te escucharon, tuviste que guardar ese dolor en una parte de tu corazón dañado por tantos segmentos rotos. Espero que ahora que se termine este tiempo del tratamiento, entiendas lo que es la vida para el ser humano. Deseo que no hayamos tenido tanta transformación en nuestra sociedad. Así cuando estés fueras podamos nuevamente convivir yendo a tomar ese café que nos gusta tanto y pueda llegar a ver tu misma mirada tierna, para que mi corazón comience a latir nuevamente.
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