Mimeógrafo #123 Agosto 2023 El desentierro Carlos Abraham (Líbano-México) El chistoso de mi hermanito terminó viviendo su vejez en un rancho, de donde eran nuestros padres. No hay ninguna actividad, solo estará como cualquier perdedor de la vida a sus más de 60 años, sin gracia sentado junto a el marco de la puerta de la entrada, viendo quién pasa, y si lo conoce lo saludará.
Así terminará su vida con su tarjeta del INAPAM, esperando que le llegue algún dinero del gobierno y vaya caminando al único cajero del zócalo, ¡lástima!, nunca supo pensar para su futuro, y creía que siempre el bailarín inventado de ballet del momento, nunca creó bases lógicas para su futuro con esa actividad. Todo esto comenzó cuando una madre, que con su ética y costumbres no logran mantener bien educada a una familia, pues siempre fue hipocondríaca y siempre requería resaltar con que le tomaran la presión a cualquier hora, no supo que los hijos son observadores y copian el patrón de los padres. Tuvo a su primer hijo, pero la abuela se lo arrebató para que ella lo cuidara, lo fue educando muy diferente, pasó a ser un niño normal, cuando nació el segundo, ya la abuela estaba cansada por su edad, la madre recostada en el sofá con el brazo estirado esperando que le tomara alguien su presión, pues según ella estaba grave, seguía como todo el tiempo haciéndose notar con los demás, y más cuando había visitas en casa. Al pequeño de sus hijos, como no tenía nada que hacer, lo peinaba y le decía comentarios no graciosos, toda la vida los efectuaba, que este hijito así se fue criando, basado en su madre y así llego a ser, un personaje sin chiste o algún motivo interesante, sin alguna iniciativa, y sin metas a pensar en el futuro, además de haber heredado lo hipocondríaco de la madre; toda la vida estaba enfermo y requería de una receta médica para ir a comprar pastillas para cualquier enfermedad creada en ese momento por él. En la etapa del kínder, se realizaron todos los caprichos que quería este niño insoportable, además la madre tenía el detalle de poner al hijo mayor a cuidarlo, más o menos era estudioso, pero no resaltaba por los estudios, resaltaba porque quería ser de grande como la muñeca “Barbie bailarina”. En esta etapa comenzó a moverse como trompo, se contoneaba como trompo, era amiguero e invitaba a sus amigos a su casa. La madre feliz, pues siempre se metía en los juegos de los pequeños, no lo dejó crecer para que fuera independiente, comenzó la etapa de dormir con la luz prendida por miedo a la oscuridad. En su etapa de primaria ya resaltaba dicho que, en lugar de entrar a clases de combate, lo meterían a clases de ballet, necesitaba resaltar un comienzo de tragedias estilo telenovelesco. Una vez llegó a casa muy triste porque no había logrado el papel de hada para la obra anual del colegio, comenzó a hacer un berrinche en casa, tirándose al suelo y daba vueltas, que a sus padres se les hizo lo más gracioso del día. Casi terminan aplaudiéndole por su magnífica actuación. En las vacaciones de verano se traumaba, le daban ataques de ansiedad y acompañados de angustia, ya desde esa temprana etapa de colegio lo llevaron con la psiquiatra, y esta terminó recetándole Venlafaxina. Desde esa etapa marcó su vida a que sería como una X de grande, necesitaba valerse de amistades para realizar alguna actividad, no podía dormir con la luz apagada, y las tardes acompañaba a su madre en el sofá, los dos realizando actos inventados de enfermedades; al hermano mayor le daba pena ver estos shows, solo le quedaba aguantarse y morderse un huevo. En la etapa de High school no lograba sobre salir por alguna calificación, seguía siendo el niño de mamá, el enfermo y el miedoso ante la sociedad, buscaba que todo se lo hicieran o su hermano mayor o sus amigos de la colonia. No aspiraba para ninguna carrera en alguna universidad, entró un semestre a administración, lo truncó saliéndose definitivamente, terminaron enviándolo en camión a la gran ciudad para que tomara clases de ballet con una profesora que les habían recomendado; le rentaron un departamento y comenzó esa etapa donde según resaltaría en la academia de ballet. Cada fin de semana regresaba al rancho a ver a su familia, llegaba con las mismas historias creadas en su cabeza de grandeza acompañadas de sus detalles de enfermedades, lamentablemente no pudo quitarse el antidepresivo, ya este era su compañero de cabecera. Cuando se despedía de su familia se acercaba a la alcancía de su madre protectora para sacarle algo de dinero, él creía que nadie se daba cuenta. Vivía un mundo infantil inventado, nadie se atrevió a ponerlo en la tierra, a ponerlo en el mundo normal y así tuviera un mejor futuro. Se sentía el mejor bailarín, lamentablemente no logró un buen papel de príncipe, solo lograba papeles de atrás, donde apareciera en alguna de las presentaciones. Las noches eran trágicas, pues vivía con el miedo criado por la inseguridad. Nunca logró tener un buen novio, tal vez porque todos veían su calidad baja de persona. Presumía cada fin de semana con sus padres y amistades que se llevaba con gente importante del medio artístico, pensaba que decirle a alguien un simple “hola” y le respondieran, ya eran amigos del alma, no lograba poner sus pies en la tierra. Una madre consentidora y con creencias de que su hijo era lo máximo, nunca lo ayudó a ponerlo en la realidad. Cuando llega la etapa del fallecimiento de los padres, la del papá paso desapercibida, pues nunca obtuvo un papel importante en la familia, no se preocupaba por lograr involucrarse en el negocio familiar. Después cuando falleció la madre, él crea un nuevo ser con detalles de angustia y problemas psicológicos en el velorio. Solo se le veía moverse y mover su pie como si fuera el primer bailarín de la obra. Quiso verse desbastado por la partida de la madre, que solo le duró los nueve días, después tuvo que enfrentar la vida como una persona normal, estar en la gran ciudad, hacerse cargo de su vivienda, enfrentar los problemas de un departamento; su buscó una pareja, encontró a uno con una mentalidad similar a la suya, tampoco es un hombre que resalte en la vida, los dos eran tan simples que para todo le marcaba al hermano; su pareja no lo apoyaba psicológicamente, cada fin de semana siempre fue lo mismo, creer que estaba enfermo de cualquier enfermedad o bacteria, o un virus. Llego la etapa donde debería de trabajar, llegó a ser un simple maestro de ballet del colegio nacional, que siempre molestaba a las amistades con comentarios de sus alumnos, se quería involucrar en la vida psicológica de estos, se preocupaba si eran anoréxicos, o si comían mal, quería estar llamándoles a las madres para decirles el comentario de que su hijo o hija no comía bien y que se veían más delgados de lo adecuado. Cuando llegó la famosa pandemia al mundo, todo comenzó a destrozarse; él y su pareja no crearon un respaldo, mas que su pareja estaba cerrada en cuestión de inmigrar a otra ciudad o país. Se fueron acabando sus posibilidades de subsistir en este país trágico, fue despedido vilmente de la escuela donde daba clases, pues se fueron dando cuenta de que había pasado de moda, ya que existían nuevos profesores más jóvenes con nuevas ideas. Continuó tomando el antidepresivo toda su vida, comenzó con achaques de personalidad, ya con detalles de que le vibra las manos todo el tiempo, todo el día quiere estar llamándole a su hermano para contarle todos sus problemas y chismes de sus actividades, y del país. El pobre hermano no se da cuenta de que lo está volviendo diferente y lo está sacando de su mundo real para meterlo a un mundo bajo, sin ningún chiste como el que ya está creado e inventado por su pequeño hermano. Llega el momento y el día en que debió desmontar el departamento donde habita en la ciudad para subirse con todo a la mudanza y dirigirse al rancho, al lugar de su destierro. Es ahora un perdedor que no logró realizar algo en la vida para dejar huella, para ser útil. La madre ya no pudo ver este destierro y abogar por él, desgraciadamente ella no tiene votos en el cielo para abogar por su pequeño. Imaginó que ella continúa en el cielo haciéndose la enferma y buscando a algún arcángel que pueda estar tomándole la presión a cada momento. Pobre, tanto ella como uno de sus hijos no lograron dejar algún detalle en el mundo. No le queda a este hombrecito que pasarse el final de su vida dando lástima a la humanidad y esperando a que el gobierno le entregue alguna pensión para vivir la última etapa de la vida, los negocios no los logra realizar, pues siempre vivió en su mundo irreal inventado donde, según él, era lo máximo; lástima de que fuera así, que ni a su tumba tendrá algún motivo para ir a visitarlo.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Marzo 2024
Categorías
Todo
|