Marilyn andaba por Houston. 06:00 horas; se escucha que suena el teléfono, corro a levantar el auricular, escucho a Marilyn ajetreada, creo le falta oxigenación. CARLOS ABRAHAM Marilyn andaba por HoustonCarlos Abraham (México-Líbano) Marilyn andaba por Houston.
06:00 horas; se escucha que suena el teléfono, corro a levantar el auricular, escucho a Marilyn ajetreada, creo le falta oxigenación. —Aló, ¿Qué te paso Marilyn? —Amigo, qué crees que me paso en mi viaje de acción de gracias a Houston. —Fue terrible, mi amiga Julia no pudo acompañarme, entonces tuve que pagar un hotel módico a unas cuadras de The Gallerias. Me quedaba a 170 pasos, estuvo perfecto, el avión, terrible, fue uno de esos que se llaman tecolotes, lleno de gente, cajas y equipaje de jalar. —El vuelo perfecto, lástima que este capitán no me invitó a la cabina, me impresionó que pedí botana en el avión, y en automático la azafata me preguntó: ¿Are you, Marilyn? Moví la cabeza aceptando. Escuché All ready is pay. Capté que se lo habían cargado a la tarjeta de crédito de mi pobre marido, con la que se había pagado el boleto. —Pero sí está raro como es el idioma de las azafatas ahora, donde todos los pasajeros traemos audífonos puestos, ya no hay esa comunicación de idiomas, ahora hace un movimiento como de cuernos, donde el significado nuevo parece ser: “qué se te ofrece para tomar”, y ya no se escucha ese inglés bonito que aprendimos en el colegio de las monjas. —Pedí por la aplicación el Uber, pero qué pena, como indocumentada me vi, Llegó un Tesla negro. Wow, me impresionó, pero no sabía cómo abrir esa maldita puerta, la manija está metida, tardó mi mente unos segundos para acceder, son las manijas internas las de ahora, qué feo es no salir seguido de viaje, estar metida en el rancho. Me encantó por dentro, la piel esta excelente, está como esa piel de los hombres que bailan para nosotras, tersa y suave. —Me encantó que el chofer hablara español, era colombiano, medio atractivo, pero traía un frasquito como de Gerber, puesto sobre la tapa y en el descansabrazo, para que sus pasajeros le dejaran algo de propina, me acordé de tu amigo que así terminó de pagar su vehículo, con una alcancía para que ustedes, al viajar con él en su vehículo, le pusieran coperacha monetaria para la gasolina y la mensualidad. —Estuvo raro el tipo de cambio, me dieron más dólares que antes por mi tanda, me la entregaron unos días antes del viaje, sabes que hago tanda para ir de compras en esta fecha. El primer día me fui de compras al mall, vi unas divinidades de diseños de ropa, intenté comprarme un vestido, con el cual me vería como princesa en las fiestas de políticos que me invita Julia, era de Moncler, tú sabes que adoro a ese diseñador, es de mis favoritos, esa paleta de colores que me fascina, son tan excitantes esos anaranjados, con un toque de amarillo, y verde, sé que me veo divina, ¡híjole!, como pueblerina me vi tan bella al espejo, que cuando me lo probé, que me sale lo típico de tomarme una selfie, el problema fue a la hora de la paga, que aunque traje toda mi tanda, los precios ya subieron como locos por la inflación, este presidente que tienen no logra parar su inflación, al final noté que todo está demasiado caro, voy a tener que hacer doble tanda para poder venir el próximo año. —Despues fui a cenar a The Oceanair, tuve que pedir mis ostiones acompañados de una copa de vino blanco francés, pero no lo pude creer, por estar sola me dieron de las pequeñas mesas de la entrada en el área del bar, así puede ver a los comensales y al barman, de repente entró un joven, medio mal vestido, pasó caminando y se fue hasta el fondo, se me hizo extraño, y después escuché unos aullidos, y venía él caminando a la salida, escoltado por unos de los empleados, casi desapercibida estaba, solo por esos aullidos de chango de la selva que dio, salió y en inmediato entraron unos policías, que a mí se me cayeron los calzones, en lugar de ser como los de las películas, fueron dos policías, llenos de tecnología, pero gordos, estilo los del municipio de las comadres, qué desilusión me lleve, gordos y feos, ni para gritarles: ¡help, help! —Casi me atraganto el ostión de la risa. —Pero después de terminar de cenar, ya sabes, hice lo que siempre hago cuando voy con Julia, me pasé a sentar al bar y me puse a ‘coctelear’, platiqué con medio mundo en todos los idiomas: algo de español, inglés del cole, alemán de la VW, creo terminé platicando con unos ejecutivos del sol naciente en su idioma, no sé cómo me salió, creo de tanto ver Señorita Cometa cuando era pequeña. La verdad, sí vale la pena tener cable en casa. —Oye, amigo, sabes, el siguiente día festivo fui a desayunar al Westin, y wow, que me encuentro con las amistades que están construyendo en nuestro territorio el ansiado proyecto, ya sabes, les avente besos, me sentía asesora y terminaron pagando mi desayuno, constó de plato de avena, con fresa y plátano, ya sabes, cuido mucho la figura, ya que mi marido está en el momento justo para dejarme viuda, con una buena cantidad de pensión. —Ya me imagino que seré la viuda más alegre de las fiestas patrias del centenario de la colonia. —Me fui caminando del hotel al mall, nuevamente son 170 pasos, casi me voy trotando, cuando sentí a una persona atrás de mí, se me vino a la mente que sería una de esas que van con armas y son tiradoras de las que hay en las noticias, parecía vendedora de Avon, llegué a la puerta de Sacks, ya casi abrían, se sentó esta mugrosita, me saludó y sacó un chicle de su bolsa de Prada, me quedé así con la cara de oh, traía bolsa de marca y ni se diga esos tenis de marca superfina, casi me atraganto la saliva. —Abrió un policía alto y fornido, mejor de los que cuidan El Palacio de Hierro, entré y corrí al segundo piso a probarme un vestido de los favoritos de Julia, Givenchy, me encantaron todos, había uno de nueva temporada que me recordaba a los bellos que salían en la familia peluche, no lo podía creer que después de tantos capítulos este diseñador los tomara en cuenta, parecía a los Simpson, que predicen todo, pagué con ‘cuerpomatic’, pues el vendedor estaba divino, pelirrojo, creo era irlandés, no sé cómo pasó, pero se metió al vestidor y al final me dijo: “Is free for you”, qué divinidad de hombre, lástima que todavía no guardo mi anillo de casa en la caja fuerte y me pongo el de viuda. —Salí para continuar caminando, “shopping day”, que se me ocurre ir a los baños públicos del mall, siento comentarte que a los dueños del mall de Simon, no se les ha ocurrido crear unos baños de primer mundo, parece la terminal de Chietla de Erco. Qué horror, quedé ‘shockqueada’, mira la neta, los baños están mojados de orines, papeles tirados, puertas rotas, tienes que sentarte de aguilita y todavía estar jalando la puerta para que no se te abra y te vean en pantimedias. —Lástima que no me puedes ver, cambia tu pensamiento, ya sé que estás pensando, no me lo digas ahora, si no llevé mis bragas descosidas, me dio pena lo que pasó en Mcallen con el stripper, el viaje de acción de gracias pasado. —Despues terminé como Julia comprando rapa interior en Tommy John, me encantó que me atendieron en mi idioma, así le pude explicar bien lo que me falta de glúteos y me sobra de busto, o al revés, lo bueno si me quedaron bien, me gustó la textura, ahora todo viene en un fino algodón egipcio. —No pude dejar de ir a comer a mi restaurante predilecto, me encanta ese mall que crearon nuevo, parece estamos en California, The Colonial, en el 4444 de Wertheimer, antes tuve que ir al salón de belleza a ponerme guapa, les pedí un peinado estilo Catherine Deneuve en su papel de Èliane, y me lleve ropa de la marca de Banana Republic, toda una domadora de hombres, estilo con el que sale ella en la película de Indochine, con mi ropa interior nueva, entre como loca buscando a Jean-Baptiste, casi entro gritando su nombre, pero nunca vi a Vicent Pérez, entré y estaba la hostes que siempre nos atiende, se parece a Grace Jones, mala y musculosa, le dije: “table for one”, me llevo a una de las pequeñas mesas que tienen en sus esquinas redondas para dos personas, muy coquetas, con su flores y los palitos chinos, con esa vajilla traída desde la indochina de la época de los años 30, ya sabes, el mesero como los que le gustan a Sarita, apuesto, alto y musculoso. —Comí deliciosamente, la comida vietnamita del lugar es fenomenal, acompañada de una deliciosa copa de vino tinto francés, no sé por qué los franceses dejaron sus colonias libres, todos podíamos haber sido franceses ahora. —No sé cómo explicarte cómo quedo mi paladar, como a sabor a gloria, estaba tan aromático a esas especies que podía haber besado a cualquiera y me hubiera dicho eres una frescura de delicia. No sé por qué se me subieron las copas un poco, como tengo con Julia la tarjeta de cliente frecuente, termino llevándome uno de sus meseros al hotel, estaba tan tomada que me daba pena mirarlo a la cara, me llevó en el vehículo de la empresa, era un Lucio, no sé cuál me gustó más, si este o el Tesla. Vehículo, no el chofer, ¡mal pensado! —Espero que, en misa del domingo, el padre comience a vender boletos para la rifa de uno de estos vehículos que no contaminan. Le compraría dos números. —Estados Unidos con tanta gente que se mete de indocumentado, que cuando pasé a Starbucks por mi vaso de toronja, escuché a alguien que gritaba y decía en mi idioma: “¡Me compras un sándwich!” Lo repitió: “¡Me compras un sándwich!” Ahora ya te piden comida en Starbucks del pleno mall, frente a Burberry, no es por ser desgraciada pero un pordiosero frente a Burberry, en Starbucks, pidiendo le compres comida; que está pasando en los Estados Unidos de América, pobreza y balazos a cada rato. ¡Oh my god! —Al otro día no me quedó más que empacar mi equipaje de vuelta, llena de mis compras de acción de gracias, este viaje si olvidé comer lo típico, pero me divertí demasiado, ya sabes, llegué al aeropuerto nuevo como reina, y mientras caminaba con mis tacones alto, en mi mente llevaba la frase: que me toque el verde, verde, "verde que te quiero verde”, para que no pasara mi equipaje a revisión. —Amo viajar con Julia, pues no sé cómo le hace su marido que pasa un vehículo oficial a la escalerilla del avión, siempre que bajamos nos toman fotografías, tengo tantas fotos bajando por las escalerillas con Julia, que creamos juntas un collage, salimos con vestido, o con falda, o con abrigo de pieles, o sin abrigo, o con escotadas, o con sombrero, hasta en una de esas salimos con un burka, para que no nos descubrieran que veníamos acompañadas de unos árabes guapísimos. —Qué bello y divertido es viajar sola o acompañada, aunque sea aquí cerca a los Estados Unidos, ¡Julia, te extrañe! Ojalá me escuches, sabes que la adoro. —Amigo, ¿y tú como estas? ¿Sigues vivo? Ni te he dejado hablar. Bueno, en enero compraré mi próximo boleto de avión.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Marzo 2024
Categorías
Todo
|