[…] Sueño que me levanto rápidamente con un cuchillo en la mano derecha para rasgarme el pecho y jalar con la otra mano. El pequeño aparato que traigo instalado, que ya es parte de poder existir en este mundo […] Carlos Abraham Terminar en el bosqueCarlos Abraham (Líbano-México) Otro día en el que amanezco con fuerte dolor de cabeza, me está matando esa molestia, paso a checarme mi oxigenación y está en 92. Recuerdo que el terapista me comenta que como vivo en una ciudad alta sobre el nivel de mar, debo de tratar de estar a más de 95, pues con 92, en un descuido me bajaría a 80, y puede llegar a ser peligroso.
Todo comenzó hace medio año que me dio un infarto fulminante y tardé tiempo en que me atendiera un cardiólogo, quien después de estar con él, en un cateterismo y colocarme stens en la arteria, recuerdo que me metió al otro día al tubo para hacerme una resonancia magnética, donde se notó que mi corazón solo está funcionando a un 35 % de su capacidad. Lamentablemente, por ese detalle terminó cableándome e instalándome un DAI (desfibrilador interno), el que apenas me estoy acostumbrado a verlo a través de un espejo debajo de mi propia piel; hay noches en las que mis sueños son unas terribles pesadillas. Sueño que me levanto rápidamente con un cuchillo en la mano derecha para rasgarme el pecho y jalar con la otra mano. El pequeño aparato que traigo instalado, que ya es parte de poder existir en este mundo, y en mis pensamientos, queda la frase: ¡Estoy libre ya! Mi mano derecha al doblarla en lugar de jalar un corazón está jalando ese aparato llamado DAI, que no es tan pequeño como me dijeron, pero es interesante, pues al sacarlo sale un cable que jala más de mi propia piel, hasta llegar a una de las arterias importantes, la que me continúa dando esa llamada vida. Con el cuchillo en la otra mano, corto ese cableado con en el que me encuentro ya conectado ahora de por vida, para lograr aventar el equipo protector del corazón al piso, que luego siento brotar rápidamente la sangre al frente de mí, el cual me da ese frio de la frescura y veo ese color rojo. Pasan así la mayor parte de mis noches, con esas pesadillas, si no son con respecto a mi salud, tengo pesadillas por la inseguridad en la que vivimos en este país, y por todo lo que salen ahora en las noticias, que a la vez que me mantienen con los ojos abiertos de impresión y me ponen completamente en un estado tenso. Estoy por entrar a la tercera edad y obtendré esa tarjeta de descuentos, pero por mi salud no sé cuántos años más se podrá vivir, pues me cuesta trabajo entender esos pensamientos del cardiólogo, donde no sé si ha sido sincero con respecto al estado de mi salud. En mis momentos de soledad, pienso: ¿Y si estoy como conejo de indias, trabajando con un corazón que solo tiene un poco de porcentaje de funcionalidad? ¿Si mi cuerpo en las tardes ya se encuentra cansado, me da ánimos, para que piense que todo va en una marcha positiva, será cierto que el corazón se estará fortaleciendo para continuar con la vida en este camino? Ya no quiero ir a mis citas con el cardiólogo, me molestan los electros, los ecocardiogramas, pruebas de esfuerzo, ya no quiero que me atosiguen con más análisis acompañados de pruebas, mis brazos ya están completamente saturados de piquetes de las agujas con las que han estado sacándome muestras de sangre cada tercer día. Ya no quiero saber de los recuerdos de cuando estuve por dos ocasiones en terapia intensiva, que fueron en cada ocasión cuatro días de terribles pesadillas, luego ya me encontraba muy cansado, no quería que entraran las enfermeras para que me preguntaran: ¿Cuál es su nombre y su fecha de nacimiento? Terminé odiando esas preguntas de ellas. La alimentación de hospital no es tan agraciada, la televisión solo permite canales locales donde, aparte de estar con la noción de estar hospitalizado, solo se ven canales de la nota roja de la ciudad, en donde transmitían esos momentos afuera y alrededor del hospital, es decir, asesinatos, robos, secuestros, y hasta paro de maestros, escuchandoles sus gritos de sus peticiones. Con todo esto que estoy viviendo, el cardiólogo me dice que viva solo el HOY, pero estoy a un paso de adelantarme a los brazos del Señor que nos dio la vida, así podría descansar ya de todos estos menesteres de una enfermedad del corazón, entonces corro a llorar al bosque. Ya no tengo fuerzas para saber quién soy, cuál es mi objetivo en la vida y en qué Lugar me encuentro.
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Marzo 2024
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