Una mañana cuando entre frías y suaves sabanas despertaba, llegase a mis oídos una frenética voz de reclamo: -¿Cómo te atreviste?, ¿Por qué?. Aún aturdido por el efecto delirante del alcohol no supe hilar las palabras correctas para expresar mi profundo desconcierto y duda, preguntase a mi mente misma, ¿qué es lo que había hecho? De pronto y como una ráfaga de luz la señorita (Que nombro así por respeto, no por considerarla) zampo en mí una profunda bofetada, eso paralizo el tiempo en aquella fría recamara, mi mente se estremeció como gato al cual has brindado un buen susto, cogí algunas letras y lleno de rabia le lance:
-¿Por qué me haz golpeado? ¿Qué es lo que has pensado? Despertando estoy entre mis frías y suaves sabanas, y me das la bienvenida de este modo. -Tú, tú entre todos los hombres tú, ¡eres el que más daño me ha causado; Anoche cuando aún venias cegado por la gran cantidad de alcohol rompiste mi corazón en pedazos! -¿Yo?, Mujer no tienes alguna marca de yo haberte tocado, de ser así, extendería una larga y vergonzosa disculpa, pero mis ojos te ven sana, ¿por qué dices que yo te he hecho daño? -¡Maldito, sátiro, sangriento y asesino!, no me digas que tu memoria no recuerda la forma tan cruel en la que desquitaste tu ira, con una pequeña e indefensa criatura. -¿Yo Tocar a tu hijo sumergido en el efecto de mi bebida? -¡Sí!, no recuerdas cuando entre gritos lo tomaste por los hombros para sacarlo de su pequeña cuna; Esa forma tan cruel que lo pusiste contra la pared como crucificándolo y su llanto, su llanto; ¿acaso tus oídos son sordos?, ¿no supiste escuchar una clemencia infantil y pura? - Aunque ante mis ojos había el rostro de una madre desecha y desesperada, mi mente no podía creer lo que mis oídos escuchaban, mucho menos recordar lo que había provocado horas antes, lo narrado era tan espantoso que ni yo mismo me lo imaginaba, los minutos transcurrieron entre letras y palabras. -¡Tú fuiste capaz de acabar con una criatura, azotándola contra el piso y la pared, una y otra vez maldito!, quedaste satisfecho hasta terminar con su vida. -Al término de la sesión llena de gritos, desconcierto, llanto y reclamos, termine por aceptarlo: ¡soy un maldito!
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Marzo 2024
Categorías
Todo
|