Por fin, he llegado… ¿A dónde? No sé, no recuerdo como fue… Solo recuerdo que vengo huyendo de ti, de tu recuerdo. ¡Maldito escritorzuelo de quinta! Me viniste a joder la existencia pero también la hiciste más plena. Después de nuestra tormenta que solo dejo daños incalculables, no podía quedarme como una damnificada más. Así que mejor agarre mis maletas y vine a parar aquí. Ahora estoy sola en esta habitación de cuatro paredes. ¿Qué hago? Ni modos que me quede aquí pensándote, como lo he hecho durante tantas noches. ¡No! ¡No más! Entonces me siento, tomo mi rubor, mi lápiz labial rojo y comienzo a maquillarme. ¡Puta madre! Ya no me acuerdo como se hacía, con eso de que deje de maquillarme cuando te pensaba, pero bueno no sé cómo pero termino de hacerlo.
¡Me veo guapísima! O al menos eso me digo para darme ánimos, esta noche solo quiero ponerme una borrachera de aquellas y brindar que por fin te deje atrás o al menos eso intento. ¡Maldito perro! Me repito varias veces. En fin, salgo y comienzo a vagar. La noche es fría y tiene un aire melancólico, creo que soy yo, siempre ando melancólica. Después de un rato llego a un bar, me acerco a la ventana y percibo que el ambiente está lleno de buen jazz, vino y demás. Un mesero se acerca y amablemente me abre la puerta, me siento en una mesa para dos pero solo estoy yo, creo que me debo a acostumbrar a estar conmigo misma. -¿Qué le ofrezco señorita? - Me dice el mesero, que no está nada mal por cierto. Ammm – Pienso pedir una cerveza pero me llama la atención otra cosa… ¿A qué sabe el mezcal? – Pregunto. Sabe cómo el tequila pero un poco más fuerte. ¿Gusta le traigo uno? –Sí, por favor, es que nunca lo he probado. – De acuerdo El mesero se va y comienzo a escuchar al grupo de jazz que toca de maravilla, tocan canciones de Chico Che. Obviamente a su estilo. Como me gusta Chico Che. Pero entonces recuerdo que le agarre el gusto a ese tipo de música por ti, porque solo contigo podía sacar ese lado raro de mí. Mi lado defeño. - Aquí tiene su mezcal señorita, espero le guste. -Gracias. -Le digo al mesero con una sonrisa. Lo tomo y siento como ese alcohol me baja por la garganta. ¡Carajo! Sabe tan pinche rico. ¡Puta madre! Otro alcohol que me gusta y yo que soy bien pinche alcohólica, ni modos, al cuerpo lo que pida. - En serio, ¿nunca lo habías probado? Me dice una voz que proviene de la mesa de al lado. Es un hombre, de unos veintitantos, apuesto. -No, esta es la primera vez que lo pruebo. - Respondo. - ¿De dónde vienes? - No sé, ya no me acuerdo, solo que estoy aquí, es lo único que importa. - ¿Esperas a alguien? -No, ya no espero nada. -Yo tampoco. - Me responde. En fin, después de cruzar unas palabras más me invita a su mesa, la plática es amena y pasan los mezcales, unos tras otros y así pasa la noche y la música sigue sonando, sonando, sonando. ¡Puta madre! Otra vez volvió a suceder ¡Pero qué cuerpo! Me digo a mi misma y comienzo a reír como loca y recuerdo que es la primera vez que estoy con alguien después de ti. Sonrió y dentro de mí sé que este es un buen lugar para comenzar.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Archivos
Marzo 2024
Categorías
Todo
|